Rodeados de campos de cultivo, los pobladores de San Agustín, una hacienda con más de 100 años de historia, vivieron a espaldas de la ciudad sabiendo que un día serían desalojados. Sucedió en 2013, por la ampliación del aeropuerto de Lima. Ante lo inexorable, sus pobladores resisten a través de su memoria y dignidad, mientras los aviones no paran de despegar.